lunes, 19 de abril de 2010

Ser nazareno

Motoristas con el capirote puesto, 'personajes' ataviados con túnica dando entrevistas, veladores de bares llenos de hermanos desayunando... No falla, cada Semana Santa nos deja imágenes penosas en relación a una de las figuras claves de esta fiesta en la ciudad: los nazarenos. Se trata de instantáneas que por lo curiosas o anecdóticas que resultan dan la vuelta al mundo entero antes que las que muestran cómo son realmente nuestras hermandades y cofradías, proyectando una visión errónea y distorsionada de cómo son los días más grandes de la ciudad.

Y es que, como reza el dicho, "siempre tiene que haber un tonto" y se ve que en las grandes aglomeraciones de gente, como la Semana Santa, hay oferta y cabe alguno más. Sobre todo porque a pesar de que los protagonistas e imágenes como las citadas representan un porcentaje ínfimo en comparación con el resto, no hay año que nos libremos de ellas. Se trata de individuos que pasan por alto lo que significa ser nazareno, que confunden el carácter extrovertido, abierto y en ocasiones fiestero de esta tierra con un carnaval con doce meses de duración. Personajes que no deberían tener cabida en nuestras hermandades, ya que se quedan en lo meramente folclórico, olvidando que lo que realizan desde que se ponen la túnica hasta que se la quitan no es un desfile, sino una estación de penitencia.

De hecho, así viene expresado claramente en todos y cada uno de los libros de reglas de nuestras cofradías, que indican que el camino hacia la iglesia debe hacerse en silencio y por el camino más corto, algo que debe repetirse en el regreso a casa. Durante el recorrido con la cofradía, las premisas siguen siendo idénticas, contando con los diputados de tramos para salvaguardarlas, aunque dependiendo del carácter de la corporación y su recorrido sus exigencias serán menores o mayores. Sin embargo, en ningún caso dan manga ancha para que se haga lo que se quiera, para las continuas idas y venidas a las filas del cortejo o los avituallamientos en bares y tiendas de comestibles. La estación de penitencia se define como un momento de reflexión y oración, por lo que cualquier interpretación que se desvíe de ello resulta completamente errónea.

Y ese es el principal problema que acusa nuestra Semana Santa. Para muchos, salir de nazarenos es un acto social más de los muchos que tienen lugar en esta ciudad. En muchas ocasiones, nada tiene que ver con la devoción o el recogimiento que se le presuponen, sino como una experiencia más. Así, vemos como cofradías con un número amplio de nazarenos ven cómo su cortejo se reduce ostensiblemente en ciertas horas y que no son todos los que salen los que regresan a casa cuando entra el palio. Es triste ver cómo importa más vestir una túnica que respetar su significado, cómo la rectitud en sus filas de hermandades como El Silencio o El Gran Poder son como oasis en pleno desierto.

En una Semana Santa marcada por la masificación a todos los niveles, nos volvemos acríticos y hacemos las cosas por hacerlas, sin ver lo positivo o lo negativo de cómo se hacen. Además, reproducimos en la educación de nuestros descendientes esos patrones distorsionados que se reproducirán una y otra vez en el futuro. Cabría preguntarse si vestimos al niño para hacerle la foto o para que recoja la esencia de nuestra fiesta. ¿Le enseñamos a diferenciar entre vestirse de nazareno y de flamenco más allá de los atuendos? Sería la deseable, sobre todo para perpetuar una tradición que se ve amenazada por aquellos que no la entienden bien y se amparan, sobremanera, en la permisividad de una ciudad donde todo cabe. Porque para las oraciones está la Catedral y para folclore, y desde mañana, el Real.

1 comentario:

  1. Llevas muchísima razón.Yo salgo de nazarena en la Hermandad de Pasión de Dos Hermanas y si salgo es por devoción y entro y salgo con mi Hermandad y si me coge la lluvia como me cogió en cierta ocasión no salgo en estampida .Ir de nazareno-a,es ir con fe,no para vacilar de que se sale en cierta hermandad e ir de cachondeo por el camino. Tan sólo me he tenido que salir e irme a casa una vez,antes de tiempo porque me puse muy mal a la vuelta de camino a Nuestra Parroquia y lloré mucho y maldije mi salud por ser débil,por eso te doy toda la razón.Es precioso seguir a tu Hermandad hasta el final.

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