viernes, 23 de julio de 2010

Cuando el 'flamenquito' se hace marcha

En los últimos años, las marchas de Semana Santa están cambiando a pasos agigantados. De aquel estilo de la Guardia Civil y la Policía Armada sólo queda el recuerdo y el sello que mantiene perenne la Centuria Macarena. El resto de bandas ha creado su propia línea, con una mayor musicalidad e incluyendo nuevos instrumentos más allá de las tradicionales cornetas y tambores. Además, de un tiempo a esta parte, muchas han intentado rizar el rizo en sus composiciones, intentando llegar cada vez más lejos, innovando y utilizando recursos inconcebibles hasta hace poco.

Así, hemos llegado a una etapa en la que la música cofrade viene impregnada de toques flamencos capaces de hacer que se sonroje cualquier purista y que, en muchos casos, se suelen anar más detractores que defensores. Esta corriente está cada vez más asentada, pero si se buscan dos ejemplos palmarios, éstos se encuentran en la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas, en cornetas y tambores, y Virgen de los Reyes, en agrupaciones musicales. Ambas, ya sea por iniciativa propia o por su vinculación con corporaciones relacionadas con la raza calé, han optado por convertir sus repertorios en toda una exhibición de sones aflamencados que, en muchos casos, suenan más a Feria que a Semana Santa.

Por ello, no han sido poco los que han criticado sus últimas composiciones o que, incluso, las han señalado como ejemplo de lo que no hay que hacer. Y es que, en la mayoría de los casos, han sobrepasado la frontera. Sobre todo porque una cosa es innovar y otra evocar de manera gratuita los volantes y los lunares tras un paso. Porque, mientras otras han encontrado un cierto término medio entre lo nuevo y lo de siempre (algo que, por desgracia, también se está perdiendo, dicho sea de paso), éstas se han entregado por completo a la modernidad.

Como se ha dicho, sería un error responsabilizarlas a ambas de esta tendencia que cada vez está más extendida, pero ambas han enarbolado por bandera un 'flamenquito cofrade' que nada tiene que ver con autores como Escámez. Quizás, dentro de unos años, a los autores de este tipo de marchas se les encumbre. Algo parecido sucedió con los hermanos Puelles o Julio Vera cuando, a principios de los 90, lideraron otra revolución musical cofrade. La diferencia es que entonces, se abrían nuevos campos a la musicalidad que, poco a poco, se han ido devaluando hasta repertorios compuestos por packs y pensados más en el lucimiento de las cuadrillas y músicos que en el sentimiento que deben transmitir sus notas.

Y es que, igual que el resto de la música, la cofrade ha sucumbido a lo comercial, a estilos repetitivos y basados en ritmos animados y pegadizos, dejando a un lado piezas elaboradas y que podrían, incluso, rivalizar con las de la música clásica. Habría que preguntarse, ¿eso es lo que queremos? Quizás es el momento de tomar conciencia de que no todo vale en el arte, sobre todo la repetición de clichés devaluados en su origen y que, como la ropa, sólo pierden con los lavados que se les van haciendo.

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