miércoles, 20 de octubre de 2010

Con la música a otra parte

Ningún radicalismo es bueno, pero, sobre todo, cuando quien hace gala de es tiene que velar por intereses comunes. Es lo que ocurre con el Ayuntamiento de Sevilla, quelleva desplegando desde hace unos años una brutal política anticlerical cuyo último espisodio es el del desalojo de Las Cigarreras del local en el que llevaban ensayando sus bandas desde hace la friolera de 15 años en el paseo Colón. La razón, pues que se le van a dar usos culturales y públicos, por lo que no pueden estar ocupados. Es decir, que ni para el inefable Torrijos (que no nos engañemos, es quien manda en esta ciudad) ni para el gran Monteseirín la labor que lleva este colectivo tiene importancia social alguna.

Quizás el problema radique en que son tan catetos que no saben ver más allá del estereotipo de capillita, de esa idea de rancio abolengo tan aracaica como inexistente en muchos ámbitos cofrades en nuestros días. No en vano, salta a la vista que se ha pasado por alto la labor cívica que las bandas tienen en muchos chavales que no sólo aprender a tocar un instrumento, sino que invierten su tiempo en actividades formativas en lugar de estar por la calle haciendo el cabra. Pero claro, como tiene que ver con los pasos, pues no mola. Si tuviese que ver con movidas de niños de papá que juegan a ser comunistas en botellonas donde la educación brilla por su ausencia, otro gallo cantaría.

Pero aquí da igual. Mientras cada año tengamos Semana Santa y haya un arreón de turistas que se dejen aquí el dinero, ¿para qué vamos a cuidarla todo el año? Si total, sólo son un grupo de chavales aporreando tambores y soplando cornetas... Resulta absolutamente lamentable y vomitivo el doble rasero que quienes dicen llamarse socialistas utilizan para los colectivos según sean más o menos clericales. Ni que la cercanía con la cruz debiese sancionarse con la hoguera y, sobre todo, aquí en Sevilla. Eso sí, el Domingo de Ramos a presumir de varita y traje delante de La Hiniesta. Es el colmo de la desfachatez y la hipocresía, un festival de desvergüenza y falta de decoro imperdonable.

¿Y ahora donde ensayan las bandas? ¿Y dónde aprenden? Como siempre, el rencor y la improvisación marcan el quehacer diario de un Ejecutivo municipal tan absurdo como incompetente. Con ellos, Sevilla es el único lugar del mundo donde se premia la absurdo, como la creación de un mirador de ballenas a miles de kilómetros de distancia, y se castiga a lo productivo, sobre todo cuando tiene que ver con la cultura. Si total, vivimos en la época del 'belenestebanismo' y el famoseo fácil, ¿para qué vamos a proteger actividades vinculadas con las artes? Menos mal que dentro de poco no serán sólo Las Cigarreras quienes se irán con la música a otra parte.

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