Gracias

Hoy, desde mi teclado sólo sale una palabra: Gracias. Y no lo hace tan una vez, sino miles, millones, porque no hay unidad de medida capaz de sintetizar el honor y la alegría que siente este humilde Contraguía al ver que sus líneas llegan al otro lado de la pantalla y que, además, hay gente que le reconoce su labor. Porque ayer, fue un día muy grande para este blog, que fue nombrado como el Segundo Mejor de Sevilla en la categoría de Fiestas por la plataforma Blogueros de Sevilla, un honor tremendo para quien les escribe, pero también una espectacular sorpresa, porque jamás hubiese imaginado ser merecedor de tal reconocimiento.

Un premio que, a pesar de estar ya a buen recaudo en mi habitación, no sólo es mío, aunque yo sea quien cada día se pone manos a la obra para que no le falte su actualización diaria hablando de cofradías. Se trata de un galardón en el que cada cachito pertenece a aquellas personas que me han ayudado a ser como soy ahora, que de alguna manera han permitido que a lo largo de mis casi 27 años la Semana Santa inoculara en mí un veneno sin el que ya no puedo vivir. Así, hoy más que nunca, me acuerdo de quienes ya no están. De mis abuelos, que se fueron  a ese palco desde el que todo se ve en esos días en los que Sevilla se viste de túnicas y capirotes. De mi tía, que comparte sitio con ellos y que, en la medida de lo posible me permitió en mi infancia ver mis primeras procesiones.

Pero también a aquellos que siguen aquí, como a mis padres y mi familia, que me aguantan hablando de cofradías los doce meses del año; a esa compañera de bullas que hace un mes dejó de sacar papeleta de sitio a mi lado; a todos aquellos que en algún momento compartieron conmigo ratos de pasos, en cualquier lugar, en cualquier año. Y cómo no, a quienes cada día se pasan por aquí para echar una mirada a ver qué se cuenta este 'fatiga' y por cuyos votos hoy tengo una sonrisa de oreja a oreja, un cacharro más al que quitarle el polvo y una felicidad que no me cabe en el pecho. Por eso, sólo puedo dar las gracias, prometiendo seguir al pie del cañón con esta parte de mí que cada día comparto. Ahora, por fin sé que hay alguien al otro lado. Gracias por estar ahí.