viernes, 2 de marzo de 2012

Con contrato indefinido

Definitivamente, La Soledad de San Buenaventura mantendrá el apellido por muchísimos años. Era algo que se intuía desde los últimos meses (ya hablamos de ello aquí), en los que, poco a poco, se fue diluyendo aquel ultimátum que la corporación dio a los Franciscanos en la pasada Cuaresma, cuando tras ver cómo no permitían que saliese el Señor de la Salvación el Viernes Santo amenazaron con plantearse seriamente un cambio de sede canónica si todo seguía igual (recuérdalo aquí). Pero, al final, todo se quedó en nada.

Quizás porque la opción del Santo Ángel se cayó muy pronto por la marcha de su principal valedor, Juan Dobado. O porque, la idea de ir a la Misericordia jamás convenció demasiado. Pero el caso es que, doce meses después, nada ha cambiado. De hecho, la junta de gobierno de la corporación, que admite que en caso de haber celebrado un cabildo extraordinario para que los hermanos se pronunciasen al respecto sabían que terminarían haciendo las maletas rumbo a otro templo, ha preferido tirar por la calle del medio y continuar esperando a que los Franciscanos den su brazo a torcer.

Aunque, ¿de verdad hay esperanzas de que eso pase? Si nos atenemos a los precedentes, no muchas, la verdad. Las cosas no han cambiado nada y con Asenjo en Palacio, cualquier variación aperturista pasa a ser utópica. Porque no es cuestión de sitio en el convento, ni de horarios ni de nada, simplemente de la cabezonería de una orden religiosa que no da su brazo a torcer y sigue atando de pies y manos a una cofradía que, tras plantarse (algo que debería haber hecho hace años), ha vuelto a recular una vez más como si aquí no hubiese pasado nada. Se acaba la polémica, pero no la situación. Quien sabe si dentro de un tiempo volveremos al debate de si La Soledad de San Buenaventura debe cambiar de aires y apellido. Pero, de momento, la segunda del Viernes Santo sigue teniendo en Carlos Cañal contrato indefinido.

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