Se acabaron los nervios

Se acabaron los nervios y la espera en Las Aguas. Después de pasar más tiempo del inicialmente previsto y deseado lejos de su capilla (recuérdalo aquí), la Virgen del Mayor Dolor regresó en la noche del pasado jueves junto al lado de quienes más la quieren. Y lo hizo tras protagonizar un importante susto durante su restauración, ya que como quien la realizó, Luis Álvarez Duarte, confirmó, su estado era bastante peor de lo que se creía, hasta el punto de que, incluso, corrió serio riesgo de sufrir algún desperfecto importante.

No en vano, el imaginero destacó que el rostro de la talla estaba roto en cuatro trozos, que podrían haberse desprendido con facilidad el próximo Lunes Santo, debido al peso de la diadema y la fuerza de las levantás. En este sentido, el escultor confirmó que todo había sido provocado por anteriores trabajos de restauración, puesto que Peláez del Espino le colocó unos hierros tras la mascarilla que, más tarde, Bonilla quitó, pero sin rellenar con madera la zona, algo que, a su juicio, debería haberse hecho. Además, durante los trabajos, se le han retirado a la Virgen más de 40 puntillas, lo que, en suma, ha provocado que Álvarez Duarte catalogue esta intervención como una de las más complicadas de toda su carrera.

Sea como fuere, lo importante es que la Virgen del Mayor Dolor ya luce como nueva, como si no hubiese pasado nada, contando los días que faltan para mostrar sobre su paso, junto al Señor de las Aguas, que ya todos los sinsabores de estos meses han quedado totalmente atrás. Porque durante todo el proceso no sólo ha habido miedos, sino incluso lágrimas. Pero ahora ya es tiempo de disfrutar, viéndola brillar con luz propia, esperando un Lunes Santo en el que  demostrará que ya está de vuelta, en el que vivirá su particular estreno.