Noche del pasado Lunes Santo. Tras la tempestad caída a media tarde, todo hacía indicar que se habían acabado las cofradías por ese día, que tan sólo restaba el epílogo del regreso a casa de La Redención para poner el punto y final a una jornada para olvidar. Sin embargo, cuando nadie lo esperaba, la sorpresa saltó en la capilla de Vera+Cruz, donde su junta de gobierno anunció que la hermandad iba a hacer estación de penitencia, aunque de un modo diferente a lo habitual. Los pasos se quedaban en casa, puesto que el cortejo estaría compuesto por todos los nazarenos precediendo y acompañando a la reliquia del 'Lignum Crucis'.
De este modo, mientras media Sevilla intentaba hacerse un hueco en las inmediaciones de la calle Santiago, echó a andar la corporación que preside Francisco Berjano, recuperando una estampa propia del Medievo, de aquellos Vía Crucis al templete de la Cruz del Campo que sirvieron como germen para esta bendita locura que llamamos Semana Santa. Siempre circulando rápido, aprovechando que no había que recuperarse de chicotá alguna, que la gente no acudía en masa y que había que tardar lo mínimo posible por si al cielo se le ocurriese volver a derramarse sobre nuestras cabezas. Aunque eso sí, evitando en todo momento perder la compostura y la solemnidad.
Sevilla se reencontraba con su pasado, con ese que estuvo rodeado de hermanos disciplinantes, encadenados y flagelados en su momento y que ahora, por mor de la lluvia, volvía de visita. Casi sin hacer ruido, sólo al abrigo de los pocos curiosos que se acercaban a ver algo diferente, una recreación casi perfecta de lo que fue el origen de esta fiesta. Una demostración palpable de que más allá de cambios, dorados y bordados también existe Semana Santa, que, precisamente, su más pura esencia se encuentra fuera de esa parafernalia sin la que muchos son incapaces de imaginarla.
Pero hubo un tiempo que fue así, con nazarenos en torno a una reliquia, en silencio, sin bandas ni música. Quién sabe si a partir de ahora, tras recordárnoslo la Vera+Cruz caemos por fin en la cuenta de ello, si desde este 2012 se abre una nueva vía, la de ponerse en la calle así cuando el cielo amenace guerra. A lo mejor, en breve decide hacer lo mismo El Valle con la Santa Espina o El Silencio sólo con su cruz de guía. Y quizás Pasión se replantee aquella idea de Javier Criado de salir sólo con una cruz alzada en situaciones como esta. Puede que la veda haya quedado abierta.
Aunque siempre habrá quien diga, como el presidente del Consejo, Adolfo Arenas, que esto hay que mantenerlo en cuarentena, que si seguimos por este camino pronto seremos como Castilla. Como siempre, ante cualquier cambio, aparece quien es más papista que el Papa. En este sentido, no estaría de más echar la vista atrás, hacia el modo en el nació nuestra Semana Santa y ver que ideas así no hacen más que recuperarla. En cualquier caso, el debate ya está abierto, sólo resta saber qué piensan las hermandades sobre esta iniciativa, si hay que mantenerla o desterrarla.
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