miércoles, 14 de noviembre de 2012

Escapando de la oscuridad

Durante estos últimos días, la ciudad está redescubriendo uno de sus muchos tesoros ocultos. Se encuentra en la parroquia de San Lorenzo, en una de sus paredes y pasando desapercibido para el gran público que acude cada día a ver a los titulares de La Bofetá y La Soledad. Y eso pese a que, incluso, es titular de la segunda. Se trata de la Virgen de Roca Amador, cuya naturaleza de pintura mural le ha hecho caer en el ostracismo para una ciudad que sólo ve y vive para la imagen escultórica. Pese a ello, su hermandad ha trabajado de lo lindo para que recupere todo su esplendor, algo que por fin han conseguido.

Porque el pasado lunes se dio a conocer el resultado de su restauración, que ha conseguido que tanto la Virgen, del siglo XIV, como su capilla, de 1609, vuelvan a lucir como nuevas. De este modo, se ha vuelto a poner en valor esta obra maestra salida de los pinceles de la Escuela de Siena y que, probablemente, en otro punto del mapa habría recibido desde siempre muchos más parabienes. Aunque aquí siempre ha estado sólo en la mente de unos cuantos, como también lo estaban las pinturas murales del siglo XVIII, atribuidas a Domingo Martínez y Gregorio del Espinal, que, como Ella, han rejuvenecido gracias a la labor de los restauradores.

Todo para que Sevilla recupere una de las cuatro únicas Virgenes murales que conserva (junto a las de la Antigua y los Remedios, ambas en la Catedral, así como la de del Coral de San Ildefonso), dando lugar a una resurrección que será sonada durante sus primeros compases y cuya repercusión se intentará mantener 'ad eternum'. Y es que tras año y medio de trabajo, la hermandad de La Soledad ha sacado del ostracismo a una obra de arte que permanecía 'escondida' en San Lorenzo, esa que se ha podido rescatar de la oscuridad de la pared en la que se encontraba; la que ahora se quiere evitar que vuelva a ser tapada por la bruma en la que se pierde el tiempo.

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