domingo, 4 de noviembre de 2012

Todas las vergüenzas al aire

Esta semana ha resultado especialmente movida en clave cofrade. La dimisión de Adolfo Arenas como presidente del Consejo, debido a tensiones y desavenencias con parte de los delegados penitenciales, ha llevado a su segundo de a bordo, Carlos Bourrelier, a asumir el cargo como medida de urgencia para atajar una situación que, a todas luces, resulta tremendamente preocupante. Sobre todo, cuando ha quedado claro que actos tan importantes como el Pregón se ha convertido en un escenario más para una guerra de guerrillas que sólo hace daño al mundo de las hermandades y su imagen.

Porque el cisma es tan profundo como innegable, haciendo que todo lo que rodea al máximo órgano cofradiero de la ciudad quede en tela de juicio. No en vano, ¿con qué legitimidad y ánimo abordará Francisco Javier Segura su Pregón sabiendo que su elección se produjo tras el 'No' de Amigo Vallejo y a modo de boicot contra Arenas? ¿es este ambiente de desconfianza el ideal para organizar un acto tan importante como el Vía Crucis Magno del 17-F? ¿Con sólo mover una pieza se cree que se ha resuelto todo? ¿Volverá a endurecer Asenjo su postura respecto a las hermandades tras este ridículo?

Son demasiadas las preguntas y los miedos que deja en el aire esta crisis sin precedentes en el Consejo, donde el ruido de sables se escuchaba desde hace mucho (recuérdalo aquí), hasta que las espadas han  terminado haciendo sangre de veras. Y ya no sólo por un Arenas que ha dicho adiós pocos meses después de iniciar su segundo mandato (míralo aquí), sino, sobre todo, por el daño que se ha hecho a un mundo demasiado expuesto a los ataques de otros y que ahora, incluso, debe sufrir los efectos de los perpetrados por sus supuestos defensores. La veda ha quedado abierta en una guerra sin cuartel, porque todas las vergüenzas han quedado definitivamente al descubierto. Y, probablemente, sólo haya sido la primera batalla.

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