viernes, 13 de septiembre de 2013

Perdiendo su sello

En los últimos años, mucho se ha hablado del original palio de la hermandad de El Sol, donde los varales eran de caoba en lugar de plata y las bambalinas pintadas, no bordadas. Pues bien, la propia junta de gobierno de la corporación de El Plantinar ha confirmado que a partir de 2014 dará un importante cambio al paso, acometiendo el bordado de sus bambalinas, que correrán a cargo del taller de Ana Bonilla y del que veremos acabado su frontal el próximo Sábado Santo, mientras que el resto se podrá ir apreciando poco a poco con el paso de los años.

En este sentido, la propia corporación ha anunciado que esta modificación no traerá consigo la pérdida de los rasgos de identidad del palio, manteniendo los mismos cánones estéticos. Sin embargo, estamos ante un paso atrás en toda regla, de esos que dan la razón a quienes durante años han defendido que se optó por pintar las bambalinas para tenerlas antes y llamar con fuerza a las puertas de la nómina oficial. Se pierde una parte importante del sello de esta hermandad, con el que muchos la han conocido y que, por tanto, habría que mantener. Cierto es que cada cofradía está en su derecho de enriquecer cuando y como quiera su patrimonio, pero ¿qué sentido tiene cambiar lo que se ha llevado a gala y defendido a muerte desde hace años?

Porque el diseño será similar, pero la plata irá ganando el sitio a la caoba y, a fin de cuentas, este palio se parecerá cada vez más al resto. Se va dejando en el camino parte del encanto de esta corporación, ese que hubo quien entendió desde el principio, pero que también otros muchos criticaron por no ser más de lo mismo. Poco a poco lo será, siendo víctima de esta especie de 'globalización cofrade' a la que pareció plantar cara desde el primer momento, pero ante la que, como otras muchas, ha acabado claudicando. Y es que, incluso en El Plantinar, se prefiere asemejarse más a los demás que a uno mismo.

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