Desde hace meses, antes incluso de la pasada Semana Santa, circulaba por los mentideros cofrades que los Ariza tenían los días contados en San Esteban. De hecho, todo el mundo era consciente de que las relaciones con las cuadrillas, especialmente con la del palio de la Virgen de los Desamparados, que llegó a boicotear uno de los últimos ensayos, al no presentarse la mayoría de los costaleros por, según defendieron, motivos laborales. Sin embargo, pasaba el tiempo y en la corporación de la calle Águilas no se decía nada al respecto, capeando como podían un temporal en el que las lluvias y las olas arreciaban cada vez con más fuerza.
Y tanto va el cántaro a la fuente, que al final termina por romperse. Porque en los últimos días por fin se ha hecho oficial la renuncia de los Ariza a los martillos de San Esteban, a los que llegaron en 2006, curiosamente, para solventar problemas que existían bajo las trabajaderas de ambos casos. En este sentido, y aunque inicialmente fueron sofocados por los miembros de esta influyente dinastía de capataces, su reaparición en escena ha terminado llevándoselos por delante, dejando a la cofradía en una situación bastante comprometida, puesto que debe buscar a los responsables de sus dos cuadrillas sabiendo que es 'vox populi' lo problemáticas que han resultado durante los últimos tiempos.
Por este motivo, la tercera del Martes Santo, que ya sabía desde hace meses cuál iba a ser el desenlace de la historia, se tomará un tiempo antes de elegir a los sucesores de los Ariza. Al menos, hasta el inicio del próximo curso cofrade, allá por el mes de septiembre. Entonces, asistiremos al epílogo de esta crónica de una muerte anunciada, en la que todo el mundo se aventuraba a presagiar que habría cambios inminentes al frente de las cuadrillas de San Esteban, que desde hace unos días buscan nuevos jefes, ya que, como ha quedado bien claro a lo largo de los últimos meses, no aceptaban a los que tenían.
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