miércoles, 30 de abril de 2014

Con el Corpus en lontananza

En Sevilla, los ciclos procesionales se dan la mano sin solución de continuidad. De hecho, hace apenas diez días desde que dijimos adiós a una nueva Semana Santa, ayer vivimos junto a la Divina Pastora de San Antonio la primera procesión de las Glorias, que esta noche pregonará Carlos Crivell, y sin haber empezado siquiera el mes de mayo ya estamos mirando de reojo a junio. Al menos, muchos comienzan a hacerlo al pasar por la plaza de San Francisco, donde el sitio que hace nada ocupaban los palcos ahora es el escenario de nuevas obras que tienen que ver con nuestras cofradías.

No en vano, en estos días están comenzando a levantarse las portadas para el Corpus Christi, que se celebrará en la mañana del próximo 19 de junio. En este sentido, aún habrá que esperar unas semanas más para ver cómo casi por arte de magia la fachada principal de la parroquia de San Sebastián se levanta en pleno centro para celebrar como merece el LXXV Aniversario fundacional de la hermandad de La Paz, compartiendo plaza con el Arco de la Macarena durante ese segundo jueves del año que, según reza el dicho popular, "reluce más que el Sol". Todo dependerá de la velocidad a la que avance levantamiento de esas dos estructuras que convertirán este enclave del centro de la vieja Híspalis en una suerte de Catedral itinerante para el Santísimo, pero que también estarán preparadas para recibir a La Macarena el próximo día 24.

Y más allá de todo eso, la plaza de San Francisco se convierte en este momento en la mejor metáfora posible de la ciudad en clave cofrade, puesto que en su suelo aún quedan resto de cera de la pasada Semana Santa, ayer y mañana se escucharán los ecos de la banda que acompaña a la Divina Pastora de San Antonio y, al mismo tiempo, alberga los cimientos de una construcción efímera que comienza a anunciarnos el Junio Eucarístico. Más no se puede pedir en unos pocos metros. Como tampoco lo puede hacer cualquier capillita que se precie, puesto que ya no solo tiene las Glorias al alcance de la mano, sino que, incluso, empieza a atisbar el Corpus en lontananza.

martes, 29 de abril de 2014

Y de repente, las Glorias

Que en Sevilla no sabemos vivir sin pasos por las calles lo sabe todo el mundo. Con independencia de que se sea o no cofrade, es una máxima que se acepta sin reparos, pues forma parte de la idiosincrasia de la ciudad. De hecho, en momentos como el actual esta idea se ve reforzada por los acontecimientos, puesto que aún tenemos bien fresco en la memoria el recuerdo de la última Semana Santa y, sin darnos cuenta, ya estamos inmersos en las Glorias. Algunos empezamos a notarlo cuando el pasado fin de semana vio la luz el cartel del ciclo letífico, obra de Rafael Laureano, quien con una composición innovadora ha plasmado en un óleo lo más significativo de este periodo que se extenderá durante los próximos siete meses.

Hoy, por si hubiese alguna duda, tendremos una nueva prueba irrefutable de que volvemos a ser la 'Tierra de María Santísima'. Se encargará de ello la Divina Pastora de San Antonio de Padua, que será trasladada sobre su paso y en loor de multitudes hasta la Catedral, lugar en el que mañana por la noche presidirá el Pregón que pronunciará Carlos Crivell y que, según quienes conocen detalles del mismo, sorprenderá a propios y extraños. Sea como fuere, habrá que esperar 24 horas más para disfrutarlo. Para entonces, ya tendremos guardada en nuestra memoria la primera procesión letífica de este 2014, que partirá desde el barrio de San Lorenzo y llegará hasta el mismísimo corazón de la vieja Híspalis.

Una salida que desafiará al calendario, produciéndose antes incluso de una Feria de Abril a la que la tardanza de la Semana Santa cambiará su apellido, y que servirá de antesala a todo lo que vendrá después. No en vano, arrancaremos mayo con la propia Divina Pastora buscando de nuevo su sede canónica, siendo sucedida durante el fin de semana por un San José Obrero que, para muchos, inaugurará como siempre el ciclo. Y es que las Glorias arrancan casi por sorpresa, pero con muchísimas ganas y dispuestas a tomar el relevo de un periodo penitencial que, a grandes rasgos, fue para enmarcar (recuérdalo aquí). Ahora, le toca el turno a las corporaciones letíficas, que querrán disfrutar y hacer que nosotros lo hagamos con ellas de la misma manera.

lunes, 28 de abril de 2014

Esperando un regreso

Todavía tenemos fresco en la memoria el recuerdo de la última Semana Santa pero en nuestras hermandades ya se mira al futuro, intentando que todo esté en las mejores condiciones posibles para 2015. Así, muchas sueñan ya con el próximo Domingo de Ramos, que se podría vivir de manera diferente en San Julián, templo que desde el pasado sábado se nota algo más vacío. No en vano, falta uno de sus inquilinos más importantes, el Señor de la Buena Muerte, que durante los próximos ocho meses estará bajo la atenta mirada de un Pedro Manzano que se ha comprometido con La Hiniesta a devolverlo como nuevo.

Se trata de una medida que ya estaba acordada desde abril del pasado año (recuérdalo aquí) y que tuvo a la Dolorosa de la corporación como protagonista entre finales de 2013 y principios de 2014 (míralo aquí). Ahora le toca el turno al Crucificado, que no regresará a su casa hasta diciembre o enero. Entonces, sus devotos comprobarán si el imaginero trianero le devuelve su policromía original, muchísimo más clara que la actual, o mantiene en parte ese tono moreno tan característico de la talla en los últimos años y a cuyo abrigo muchos aprendieron a rezarle. 

Sea como fuere, lo importante es que vuelva en las mejores condiciones posibles, presto y dispuesto para ser reestrenado el próximo Domingo de Ramos. Mientras, se contarán los días que pasan sin que Él esté en San Julián, donde lo esperará su Madre de la Hiniesta, tanto en su advocación Dolorosa como Gloriosa, su Magdalena, que se sentirá más sola que de costumbre, y todos los que le quieren. Una espera que se hará larga y que finalizará prácticamente con el calendario de este año, justo cuando empecemos a soñar con una nueva Semana Santa que hoy recordamos tan cerca y que, en 2015, vivirá prácticamente como nuevo el Señor de la Buena Muerte.

domingo, 27 de abril de 2014

Detalles Semana Santa 2014 (y VI): Amigo sol

Si hay algo que ha marcado la Semana Santa de 2014, más allá de lo que hayamos expuesto o podido olvidar a lo largo de las últimas actualizaciones, éso ha sido sin duda el cambio radical que ha experimentado la meteorología con respecto a los tres últimos años. Por fin las nubes se apiadaron de nosotros, salvo en el último momento, y nos regalaron unos días grandes en los que pudimos olvidarnos del paraguas. Es más, incluso se agradeció por momentos que el cielo se encapotase mínimamente, ya que así podíamos capear algo mejor las altas temperaturas que provocaron algún que otro sofoco durante las larguísimas jornadas de procesiones.

No en vano, ésta ha sido la Semana Santa del calor, de los cirios doblados por los rigores del mercurio y en la que hasta llegamos a ver cómo era necesario refrescar con agua los pies de algún que otro nazareno debido a que el asfalto, literalmente, quemaba. Han sido días de lipotimias y desmayos, ya fuera a consecuencia de la bulla o de los esfuerzos realizados al acompañar a una hermandad bajo una túnica. Jornadas de cielos limpios desde primera hora o que, en su defecto, iban tiñéndose de azul conforme avanzaba el reloj. Una edición de los días grandes en los que el protagonismo volvieron a tenerlo las cofradías en las calles, ajenas a cabildos y partes meteorológicos. Esta vez la ciudad habló por sí sola, sin ningún locutor que tuviese que rellenar tiempo mientras se esperaba que pasase algo.

En definitiva, hemos vivido una Semana Santa de las antiguas, de ésas que se vivían en manga corta y con necesidad de tomar algo que nos refrescase mientras el sol brillaba en lo más alto y en la que una simple cazadora nos daba el abrigo que necesitábamos por la noche. Parece que por fin nuestros deseos se hicieron realidad, aunque las nubes, siempre caprichosas, se encargasen de emborronarlo todo en el último momento, dejando en el camino a la hermandad de La Resurrección. Quizás lo hayan hecho para que esperemos con más ganas ese Domingo de Ramos de 2015 que vemos a menos de un año de distancia y en el que esperemos que, como en esta ocasión, venga para quedarse entre nosotros el amigo sol.

sábado, 26 de abril de 2014

Detalles Semana Santa 2014 (V): Sometidos al reloj

Desde la pasada Cuaresma sabíamos ya que el Consejo se iba a poner muy exigente en cuanto al cumplimiento de los horarios, sobre todo en Carrera Oficial. De hecho, así se había anunciado públicamente desde San Gregorio, llegando a señalarse que se utilizaría incluso un GPS para tener controlada la ubicación de cada hermandad. Este último extremo, pese a ser presentado a bombo y platillo, no funcionó durante los días grandes. Sin embargo, las cofradías sí se aplicaron el cuento en lo relativo al tiempo de paso desde Campana hasta la Catedral, protagonizando grandísimos esfuerzos para cumplir con lo previamente establecido.

De este modo, prácticamente no se registraron retrasos significativos y hasta pudieron verse situaciones peculiares que reflejaban la preocupación de las corporaciones por no dejar minutos o, en su defecto, de recuperarlos. Por ejemplo, el Martes Santo asistió a cómo los nazarenos de La Candelaria pasaban por Campana de tres en tres para subsanar los excesos que ya llevaba el día. Igualmente, encomiable fue la labor de La Macarena, que entró a tambor y hasta dejó adelanto. No obstante, en el otro lado de la balanza está La Esperanza de Triana, que primó el lucimiento de sus pasos, haciendo que Los Gitanos pidiesen la venia 18 minutos más tarde de lo inicialmente previsto, haciendo que el Señor de la Salud tuviese literalmente que adelantar a varios de sus tramos para deshacer el entuerto.

En cualquier caso, ésa ha sido la única excepción reseñable de una Semana Santa en la que todas las hermandades han puesto su granito de arena para evitar grandes retrasos que tradicionalmente siempre se han dejado sentir con mayor crudeza en el itinerario de vuelta de las últimas de cada jornada. Ahora habrá que esperar que ésto no sea flor de un día, sino la primera piedra de una nueva etapa en la que cada una no piensa en singular, sino en ese plural que conforma la nómina, aunando esfuerzos para el beneficio común y, sobre todo, de la organización de una fiesta que se ha llevado demasiado tiempo ajena a los designios del reloj.

viernes, 25 de abril de 2014

Detalles Semana Santa 2014 (IV): Perdidos en el artificio

Decía en su pregón Francisco Berjano que había que volver a la esencia de la Semana Santa, dejando a un lado el brillo de las canastillas, el olor del incienso y la magnificencia de los bordados. Defendía, igual que hace su hermandad de la Vera+Cruz, que había que rescatar el sentido original de esta fiesta, que había ido perdiendo importancia de manera progresiva durante los últimos tiempos en favor de la espectacularización y el folclore. Y esto, unido a la endémica falta de educación y civismo que cada día se deja notar más en nuestra sociedad ha llevado a que en las calles hispalenses se den situaciones absolutamente censurables y que han hecho que muchos nos llevemos las manos a la cabeza.

La mayoría ha centrado sus quejas en el uso de las sillitas de los chinos en las bullas, alegando que provocan inseguridad a la hora de pasar o evacuar las calles. Un elemento sobre el que existe una normativa desde 2008 que da potestad a la policía para sancionar a quien lo utilice indebidamente, pero que, pese a ello, ha ido ganando presencia en la vieja Híspalis a pasos agigantados hasta llegar a la situación actual. Sea como fuere, el problema no es la silla, sino su dueño, que por el mero hecho de ponerla en un determinado sitio ya cree que es suyo y comienza a imponer restricciones que ni siquiera el Ayuntamiento es capaz de dictar. En definitiva, un problema de educación que se manifiesta mientras tanto el Cecop como los diferentes cuerpos de seguridad hacen la vista gorda. Unos por otros y la casa siempre sin barrer.

Pero, desgraciadamente, hay más. Por ejemplo, también está el aumento de niñateo, que ya no solo se hace presente por la noche, sino a plena luz del día. Así, no es de extrañar que se produzcan lamentables escenas como la de la agresión a una persona mayor en la puerta de San Esteban, un reflejo más de que el respeto brilla por su ausencia en la sociedad actual, donde el menor se ve inmune ante cualquier castigo por el mero hecho de que existe una ley distorsionada que avala cualquiera de sus caprichos. De hecho, ¿cuántos años llevamos viendo botellones en la Madrugá y éstos no solo no acaban sino que se repiten y crecen? Se da la imagen de que todo vale, no hay castigos y así nos vemos.

De este modo, el público es cada vez más cateto y pobre intelectualmente hablando. Basta para ello recordar los pitos que recibió el misterio de San Gonzalo a la altura de la Punta del Diamante por ir a tambor cuando tenía que recuperar tiempo. ¿Sabrán esos personajes que mostraron su desencanto que esto, aunque a veces lo parezca, no es ningún espectáculo? Y, lo que es más, a esos costaleros que decidieron echar más leña al fuego cambiando el paso para pedir marchas, ¿nadie les va a llamar la atención? ¿dónde quedó la cordura? Por no hablar de saetas de dudoso gusto como la salve de Joanna Jiménez a la Virgen de Guadalupe en Campana (muchos aún le buscamos la explicación) o la que esta propia artista interpretó a los sones de Margot en la recta final del itinerario de El Sol (¿cosas así a una hermandad de ruán? ¿en serio?). Se olvida que no todo vale y que, incluso, se está acabando con atmósferas tan únicas y bellas como la de la entrada de La Soledad de San Lorenzo, donde el encabezonamiento de algunos por querer cantar la última saeta de la Semana Santa emborrona todo causando estragos.

Mención aparte merecen los esperpentos protagonizados por los nazarenos. Muchos han convertido la túnica en un mero disfraz, banalizando su uso y pensando que solo con vestirla ya vale cualquier cosa. En esta Semana Santa hemos visto de todo: penitentes dejando sus cruces a novias y amigos, sentados en sillas, acompañados de su hijo vestidos de la misma guisa, nazarenos whatsapeando sin rubor durante el recorrido, comprando en hamburgueserías, viendo su cofradía desde fuera o descansando destocados en calles adyacentes, posando junto a famosos de segunda fila o prestando sus antifaces y capirotes a éstos para que se hagan fotografías de dudoso gusto... y todo sin que vayan a recibir tirones de orejas o sanciones por parte de sus corporaciones, puesto que en la mayoría de los casos las juntas de gobierno ven a estas como empresas que buscan el beneficio económico y no como lo que originariamente son: asociaciones que buscan dar testimonio público de fe.

Queda clarísimo, por tanto, que se ha perdido el norte en muchísimos aspectos en esta Semana Santa en la que reina la necesidad de captar el instante a través de cámaras y smart phones, pero en la que se diluye su esencia por falta de criterio. Se confunde una procesión con un espectáculo y ser nazarenos con, simplemente, salir como tal. Cierto es que sin alguien que imponga cordura va a ser imposible parar esta degradación de nuestros días grandes, porque mientras algunos se centran solo en el tema de las sillitas de los chinos, al que no hay que quitar ni la más mínima importancia, éso solo es la punta del iceberg de unos días grandes durante los que cada vez gana más peso el artificio, perdiendo de vista la esencia que siempre se debe mantener y cuidar.

jueves, 24 de abril de 2014

Detalles Semana Santa 2014 (III): Como en casa

Una de las imágenes más singulares que nos ha regalado esta Semana Santa tuvo lugar el Domingo de Ramos. No en vano, esa jornada vio cómo salía de la iglesia de Santiago la hermandad de San Roque, que se ha visto obligada a dejar su templo debido al pésimo estado de conservación en el que se encontraba. Por este motivo, y teniendo en cuenta que hablamos de una estampa que no se había dado desde la posguerra, no fueron pocos los que encaminaron sus pasos a la plaza de Jesús de la Redención para no perder detalle de este momento histórico y, a tenor de los plazos de las obras que se están llevando ya a cabo en la iglesia de la plaza Carmen Benítez, difícilmente repetible.

Y quienes allí estuvieron disfrutaron de lo lindo, hasta el punto de que ni el sol quiso perderse ese momento en el que nazarenos de capa con antifaces morados y verdes de terciopelo se pusieron rumbo a la Catedral acompañando al Señor de las Penas y la Virgen de Gracia y Esperanza. Eso en el exterior del templo, porque dentro de él se desafió a la geometría, aprovechando al máximo el reducido espacio que quedaba por los cuatro pasos (los dos de La Redención y los de San Roque) para formar los tramos, colaborando así en que todo saliera a pedir de boca, dando lugar a uno de esos instantes únicos de los que de cuando en cuando nos regala la Semana Santa.

Más tarde, cuando ya era noche cerrada, también fue digno de mención el esfuerzo llevado a cabo por todo el cortejo de San Roque, que intentó llegar, siempre sin perder las formas, con el mayor adelanto posible a Santiago, facilitando con ello que el templo quedase expedito lo antes posible para que la empresa de limpieza que tenían contratada para limpiarlo pudiese realizar su trabajo con la mayor celeridad, a fin de que todo estuviese impecable para la salida al día siguiente de La Redención. En definitiva, una salida procesional que marcó el Domingo de Ramos y que nos dejó momentos irrepetibles, como ver al Señor de las Penas y la Virgen de Gracia y Esperanza sobre el empedrado de la antigua plaza de López Pintado. Un momento que, a priori, debe ser puntual, sin continuidad en 2015, cuando, ojalá sea así de una vez por todas, La Exaltación viva lo mismo en su despedida de un templo de Los Terceros en el que, como San Roque en Santiago, también se siente como en casa.

miércoles, 23 de abril de 2014

Detalles Semana Santa 2014 (II): Los días que recuperamos

A diferencia de lo ocurrido durante los tres últimos años, en los que estuvimos pendientes de cabildos de oficiales y partes meteorológicos, en esta Semana Santa de 2014 por fin hemos podido hemos tenido que preocuparnos sobre dónde y cómo ver a cada cofradía, viendo que los programas de mano se encargaban de marcarnos el ritmo de cada jornada. De hecho, prácticamente todas las hermandades que se quedaron sin hacer su estación de penitencia en 2013 pudieron resarcirse en esta edición de los días grandes. La única excepción fue La Resurrección, que pese a salir tuvo que regresar apresuradamente a cada por culpa de la lluvia.

Con todo ello, nos reencontramos con corporaciones como Torreblanca, La Milagrosa, San Roque, La Amargura, La Sed, San Bernardo, El Buen Fin, La Soledad de San Buenaventura, La O, San Isidoro, Montserrat y La Mortaja, que el año pasado no pudieron abandonar su templo, e, incluso, con casos tan curiosos como el de La Hiniesta, que tras dos intentos fallidos consecutivos por fin pudo sacar todo su cortejo a la calle. Aunque para recuperación, la del Martes Santo, que 1477 días después, o lo que es lo mismo 4 años (uno de ellos bisiesto) y 16 días más tarde, regresó con todo su esplendor. 

Fue una jornada marcada por las emociones y un cielo limpio desde donde el sol no paró de hacer de las suyas. En cualquier caso, la vieja Híspalis agradeció que el termómetro causase algún estrago, puesto que se llevaba esperando demasiado para disfrutar de una de las jornadas más importantes de nuestra Semana Santa. Así, la ciudad se echó a la calle desde primera hora, acompañando a El Cerro en su camino hacia el centro, repartiéndose después para estar al lado de Los Javieres, San Esteban, Los Estudiantes, San Benito, La Candelaria, La Bofetá y Santa Cruz. Por ello, no es de extrañar que puntos estratégicos como la zona de la Alfalfa quedasen prácticamente colapsadas de público, haciendo que muchos tuviesen que desistir en su intento para lograr obtener un sitio allí y probasen fortuna en otras zonas que también estuvieron atestadas, como la Puerta Jerez, la Gavidia o el Salvador, donde se comprobó que el cambio de recorrido de Santa Cruz ha sido una elección acertadísima. En definitiva, y más allá de algún que otro retraso en Carrera Oficial, todo salió a pedir de boca y que permitió que nos recuperar una jornada que muchos creíamos ya perdida.

Y si bonito fue el reencuentro con el Martes Santo, tampoco lo fue menos el que tuvo lugar el Viernes Santo con La Carretería y El Cachorro, ausentes también durante los tres últimos años. Ambos también disfrutaron de un cielo en el que las nubes solo aparecieron para adornar y ofrecer sombra, pese a que dieron algún que otro sustillo en forma de chispeo a primera hora. Fue solo un espejismo, porque tanto la corporación del Arenal, con sus elegantes nazarenos de terciopelo azul y su imponente misterio, como la trianera, con ese expirante Cristo a cuyas plantas se postra toda Sevilla, se echaron a la calle sin problemas y en loor de multitudes en cada punto de su recorrido. De este modo, saldábamos casi todas nuestras cuentas pendientes con la lluvia. Lástima que ésta decidiese volver a dejarnos algo a deber en el último momento, impidiendo que La Resurrección completase el pleno absoluto y su estación de penitencia. Un borrón que habrá que subsanar en 2015, tras un 2014 en el que el tiempo nos permitió recuperar casi todo lo que nos había quitado en los últimos tres años.

martes, 22 de abril de 2014

Detalles Semana Santa 2014 (I): Un pleno que se resiste

A nadie le cabe la menor duda de que esta Semana Santa de 2014 nos ha servido para quitarnos el mal sabor de boca que nos dejaron las tres anteriores. De hecho, más allá de algún chispeo aislado y un calor sofocante, todo se fue desarrollando con total normalidad desde las Vísperas, haciéndonos soñar con un pleno de cofradías en la calle del que no disfrutamos desde 2009. Es más, ajustándonos totalmente a la estadística estábamos en condiciones de vivir los días grandes con un mayor número de hermandades penitenciales completando su estación de penitencia, toda vez que la última vez que lo hicieron todas había dos menos, San José Obrero y Pasión y Muerte.

Y, al final, lo cierto es que logramos ese objetivo, aunque con un registro que podría superarse, ojalá, en 2015. No en vano, La Resurrección, pese a desafiar a la lluvia y salir, no pudo completar todo su recorrido, dejándonos con un sabor agridulce en los labios. En este sentido, desde la corporación de Santa Marina se defiende que los pronósticos cambiaron cuando la cofradía ya tenía su cuerpo de nazarenos de Cristo en la calle, viendo cómo el porcentaje de agua subía del 30 al 80 casi por arte de magia, pero siempre sin que las precipitaciones fuesen a ser demasiado intensas. Por ello, la cofradía lasaliana dio el paso adelante hasta que el desarrollo de los acontecimientos y la fuerza del líquido elemento la obligaron a volver a casa a toda prisa.

De este modo, se nos escapaba un pleno que, por momentos, acariciábamos con la punta de los dedos, emulando a los de 2001 y 2009, únicos que han tenido lugar en la vieja Híspalis en este siglo XXI. Hay quien dice que si no ha sido ahora, con una Semana Santa de temperaturas veraniegas, en la que el sol ha causado muchísimos estragos y durante la que incluso hemos recuperado jornadas como el Martes Santo o el Viernes Santo, no será nunca. No obstante, soñar es gratis y ganas de mejorar el registro de este 2014 sobran. Incluso, lo principal es que después de tres años para olvidar por fin nos hemos reencontrado con la mejor versión de los días grandes, en los que de una vez por todas hemos estado pendientes no de cabildos y pronósticos, sino de dónde ver a cada hermandad. Un precedente que esperamos que se repita a partir del 27 de marzo de 2015, cuando los capirotes y las túnicas vuelvan a hacerse con la ciudad. Porque sí, lo que hemos vivido ha sido buenísimo, aunque hay que ser ambiciosos y todavía se puede mejorar.

lunes, 21 de abril de 2014

Buenísima, pero no perfecta

Muchos defienden que la perfección no existe. Ni siquiera en algo que tiene que ver tanto con lo divino como nuestra Semana Santa. De hecho, un claro ejemplo de ello lo encontramos en lo sucedido en esta edición de 2014, en la que se ha rozado un pleno de cofradías que contrasta con lo sucedido en los últimos tres años, pero que una vez más, y pese a que el buen tiempo nos ha acompañado casi a diario, de nuevo se nos ha resistido. La primavera volvió a hacer de las suyas en el último momento, impidiendo que pudiésemos escribir sin borrones la historia de estos días grandes que fueron tan diferentes en su principio y su final.

Porque todo comenzó con calor, muchísimo, y los sentimientos a flor de piel en un Viernes de Dolores que tuvo como protagonista a los barrios. Padre Pío-Palmete nos regaló los primeros nazarenos de este 2014, que también estuvieron presentes en Pino Montano, La Misión, Bellavista, La Corona y Pasión y Muerte. Mientras, en la parroquia de las Flores se vivió todo de manera extraordinaria, con la salida de un Cautivo de Magaña que, aunque a priori no repetirá en 2015, ha marcado un antes y un después en su feligresía. Entre tanto, el Polígono Sur volvió a dar ejemplo de devoción al lado de Bendición y Esperanza. Por su parte, el Señor de la Humillación volvió a dejar su sello en San Pablo, al tiempo que el Nazareno de las Lágrimas hizo lo propio en Pío XII. Incluso, fue tarde de Vía Crucis por todo lo alto en El Juncal, Nervión (La Sed y el Crucificado del Perdón) o Vera+Cruz. En definitiva, las Vísperas arrancaron por todo lo alto, con una tarde-noche radiante en la que no nos faltó de nada para ir abriendo boca.

Lo mismo sucedería el Sábado de Pasión, que fue inolvidable una vez más en Torreblanca, Alcosa y San José Obrero, así como también en Ciudad Jardín, donde la agrupación parroquial de La Milagrosa sigue soñando con ver pronto las calles de la feligresía llenas de túnicas y capirotes. Aunque, pese a todo, las miradas seguían dirigiéndose al reloj, apurando las horas que restaban para reencontrarnos con un Domingo de Ramos que, a tenor de los pronósticos meteorológicos, poco o nada iba a tener que ver con el del año pasado. Solo habría que preocuparse por saber escoger dónde ver a cada cofradía.

Y también de mitigar como fuese los efectos colaterales de una subida de los termómetros que se dejó notar muchísimo. En cualquier caso, las ganas de Semana Santa pudieron con el bochorno, haciendo que la vieja Híspalis quedase desbordada desde primera hora, con largas colas en los templos que después se transformaron en cuantiosas bullas a partir de la salida de La Paz. Así, pasearon en loor de multitudes ese misterio de La Borriquita que estrenaba remodelación, un Jesús Despojado que se dejó ver tal y como lo concibió Antonio Perea, una hermandad de La Hiniesta que por fin volvimos a ver al completo en la calle, una de La Cena que no sufrió sobresaltos, San Roque desde su 'exilio' en Santiago, La Estrella anunciando que Triana llegaba a Sevilla, el Silencio Blanco de La Amargura y el recogimiento de El Amor. Todo salió a pedir de boca, como si lo hubiesen diseñado desde el mismísimo cielo.

No obstante, el Lunes Santo amaneció cubierto, aunque con la tranquilidad que daba saber que no había anuncios de agua. A pesar de ello, las nubes pusieron a prueba nuestros nervios a primera hora de la tarde, justo cuando San Pablo era una fiesta gracias a la salida de su cofradía. Chispeó y hasta hubo quien vio cómo los fantasmas del pasado reciente revivían. Pero fue solo una falsa alarma, apenas cuatro gotas que dieron paso de nuevo a altas temperaturas que, más allá de alguna que otra lipotimia o sofoco, fueron incapaces de restar esplendor al olivo de Redención, el sabor a barrio de Santa Genoveva, los izquierdazos San Gonzalo, la solemnidad de Santa Marta, el recogimiento de la Vera+Cruz, el clasicismo de Las Penas de San Vicente, la alegría de Las Aguas o la elegancia de El Museo. Ni siquiera otro levísimo chispeo hizo tambalearse las ganas de disfrutar de una Sevilla cofrade que se estaba reencontrando consigo misma.

Máxime cuando, después de 1477 días (cuatro años, uno de ellos bisiesto, y 16 días) volvió a vivir como se merece un Martes Santo. Una jornada que se había hecho esperar demasiado y que por fin regresaba ante nuestros ojos, desbordando de público ya no solo puntos estratégicos como la Alfalfa o la zona del Salvador, sino prácticamente cualquier punto del centro que oliese a incienso y azahar. La vieja Híspalis celebró por todo lo alto las Bodas de Plata de El Cerro, otro milagro más en la salida de San Esteban, aprendió de nuevo junto a Los Estudiantes, disfrutó de lo lindo con el arte de la gente de San Benito, paladeó ese estilo tan propio de Los Javieres, se hizo jardín para La Candelaria, dio su visto bueno al cambio de recorrido de Santa Cruz y trasnochó para no acostarse hasta que La Bofetá estaba de vuelta en su casa. Tras tanto tiempo, era obligatorio hacerlo.

Como también resultaba imperativo recuperar la normalidad el Miércoles Santo, que arribó al corazón de la ciudad destilando aires de extramuros gracias a La Sed y San Bernardo. Ya por la tarde, El Buen Fin se encargó de llenar el centro con hábitos franciscanos, completando esta nómina de reencuentros por parte de quienes no tentaron a la suerte en 2013. Otros, en cambio, repitieron aunque con mayor lucimiento, sin tener un ojo pendiente del cielo. De este modo, se pudo disfrutar como mandan los cánones de cómo sigue consolidándose El Carmen, la espectacularidad de La Lanzada, la influencia torera de El Baratillo, cómo El Cristo de Burgos hace que San Pedro quede cerca de Castilla, el guiño a su pasado de Las Siete Palabras y el lucimiento de Los Panaderos, que purgaron a la perfección sus errores recientes. Fue el mejor preludio posible para una 'Triada Sacra' que ya venía llamando con fuerza a la puerta de la ciudad.

Un momento clave de los días grandes que estuvo marcado en su arranque no solo por las mantillas, sino también por el calor, que ganó intensidad hasta el punto de hacer que muchos cirios perdiesen la verticalidad. Un mal menor para unas cofradías del Jueves Santo a las que precisamente el tiempo, con la lluvia como protagonista, ha dado tantos problemas de cabeza. Sea como fuere, esta vez no fue así, hasta el punto de que pudimos sorprendernos de nuevo con las originales flores de Los Negritos, la fuerza de La Exaltación, ese carácter tan propio de Las Cigarreras, la idiosincrasia de la calle Feria en Montesión, esa estampa que nos hace contener el aliento en el misterio de La Quinta Angustia, la que rebosa retazos decimonónicos en El Valle o la que está bañada de plata a los pies de Pasión.

Luego tomó el relevo la Madrugá, que brilló con más luz que nunca, reconciliándose consigo misma tras los sobresaltos que vivió en su sesión matinal el año pasado. Esta vez los únicos que se vivieron llegaron provocados por unas emociones que estallaban junto a las principales devociones de Sevilla. Entre vítores y piropos a La Macarena y La Esperanza de Triana, u oraciones a media voz al Gran Poder. Una noche marcada por El Silencio hecho cofradía, con una plaza de la Magdalena que se convirtió en Calvario y que se hizo día al son que marcaban Los Gitanos. En definitiva, se vivió la vigilia perfecta, que ni siquiera se tambaleó por retrasos en Carrera Oficial o un levísimo chispeo cuando las tres de capa buscaban su casa.

Y si perfecta fue la noche, la tarde incluso logró serlo más. Porque Sevilla se moría de ganas de vivir un Viernes Santo pleno y vaya si lo tuvo. La Carretería y El Cachorro conocieron en la calle los 'smart phones' después de tres años consecutivos en casa. Igualmente, La Soledad de San Buenaventura sorprendió a muchos con una apariencia bastante renovada, como también lo fue el recorrido de vuelta de La O a Triana, cruzando el Arenal. Por su parte, el ruán negro se hizo presente en San Isidoro y el luto en La Mortaja, mientras que la ciudad siguió redescubriendo a Montserrat. Todo mientras el cielo iba cambiando su tono, amenazando con provocar sobresaltos durante el Sábado Santo.

De hecho, el día amaneció encapotado y hasta volvió a chispear tímidamente en algunos puntos de la ciudad. Sin embargo, los porcentajes de agua se mantuvieron en niveles aceptables, lo que llevó a El Sol a inaugurar la jornada poco después del mediodía, volviendo a mostrarle a todos esa cofradía tan diferente al resto y que, en esta ocasión, estrenaba los primeros bordados de su palio. Más tarde se sumó La Trinidad, llenando la Ronda de capirotes, aplausos, marchas e incienso. Igualmente, Los Servitas volvieron a regalar su cuidada estética desde San Marcos, al tiempo que El Santo Entierro se encargó de recordarnos que todo estaba ya consumado. Finalmente, La Soledad de San Lorenzo nos dejó una vez más el alma helada, confirmando que la Semana Santa se nos iba definitivamente y que, incluso, corría serio peligro el Domingo de Resurrección.

No en vano, La Trinidad regresó a casa con una hora de adelanto, puesto que las previsiones no eran para nada halagüeñas. A pesar de ellas, La Resurrección tiró de valentía y se puso en la calle a su hora, aunque acelerando su ida y recortando su vuelta para evitar la lluvia. Ésta hizo aparición casi desde la salida, primero de manera fina e intermitente, mientras el cortejo devoraba metros sin solución de continuidad. Después, de un modo más insistente, lo que obligó a suspender la estación de penitencia cuando el Señor ya estaba por Correduría y la Virgen de la Aurora en la puerta de Montesión. Ambos se encontraron en la esquina de la Cruz Verde, justo en el momento en el que uno y otro iniciaban su apresurada vuelta a Santa Marina a paso de mudá.

Era el epílogo más triste posible para una Semana Santa en la que, paradójicamente el sol y el calor fueron los grandes protagonistas. Sin embargo, las nubes volvieron a jugarnos una mala pasada justo al final, dejándonos sin el broche de oro que hubiese significado un pleno que se nos resiste desde 2009. Ahora, solo resta quedarse con lo mucho y bueno que nos han dejado estos días grandes, soñando a la par con que en 2015 las cosas puedan ser todavía mejor. A fin de cuentas, tampoco queda tanto para el próximo Domingo de Ramos, apenas 343 días que ojalá pasen volando.

domingo, 20 de abril de 2014

Quedamos a la espera

Sevilla hoy amanece distinta. Y ya no solo por cómo pinta el cielo, tan plomizo y diferente a como lo ha hecho a lo largo de la última semana. Porque, aunque huela todavía a incienso y azahar, la melancolía y la nostalgia campan a sus anchas por la ciudad, con ese poso que deja en cada cofrade la confirmación de que a partir de ahora habrá que volver a contar hacia atrás, soñando con ese 29 de marzo que en 2015 recibirá el nombre de Domingo de Ramos, toda vez que esta Semana Santa, la más luminosa que recordamos recientemente, ha finiquitado prácticamente la totalidad de de sus tramos.

El último saldrá, siempre y cuando las nubes no lo impidan, desde Santa Marina. Allí, en plena madrugada, nuestra fe cobrará sentido gracias al Señor de la Resurrección, que no solo gozará de la compañía de sus nazarenos blancos de capa (los últimos que veremos hasta el próximo Viernes de Dolores) y el Ángel que lo custodia en su paso, sino también de la vieja Híspalis en su conjunto, a la que insuflará vida mientras prolonga durante unas horas más sus días grandes. A su lado muchos verán cómo despunta el alba en esta jornada en la que la bulla ganará mayor protagonismo según avance el reloj y la cofradía busque la ojiva de su templo.

Mientras tanto, quedaremos prendados una vez más de la belleza serena de la Virgen de la Aurora, quien tendrá sensaciones contradictorias. Por un lado, la tranquilidad y alegría de saber que las Escrituras han vuelto a cumplirse y que su Hijo ha vuelto a resucitar. Pero por otro, y aunque no se derramen lágrimas por su rostro, también sentirá pena porque se nos vaya otra Semana Santa, que como siempre acabará a los sones de Amarguras cuando la oscuridad de Santa Marina atrape su palio. Será entonces cuando notaremos con toda la crudeza del mundo los esfuerzos realizados durante estos días, hallando como único consuelo echar la vista atrás y recordar lo vivido, pensando que ya queda menos para que llegue otro Domingo de Ramos.

sábado, 19 de abril de 2014

Antes de volver a esperar

Todo un año esperando para que, de nuevo, la Semana Santa pase ante nuestros ojos como un suspiro. Así se podría resumir la sensación que despierta en cualquier cofrade el Sábado Santo, que llega con cinco hermandades por las calles que, pese a todo, no podrán disipar el sabor a despedida que ya tenemos en los labios. Y es que somos conscientes de que los días grandes se nos van y no podemos hacer nada por retenerlos. Únicamente nos resta disfrutar de su penúltimo tramo en una jornada que, si el tiempo no lo impide, comenzará en El Plantinar.

Allí, la corporación de El Sol echará a andar rumbo al centro, regalándonos ese cortejo teñido de ruán verde que resulta tan peculiar como único en la ciudad. Así, sintetizarán el mensaje de la pasión de Cristo en la figura de su Varón de Dolores, que acepta humildemente su sacrificio en favor de la remisión de nuestros pecados. De ello hablarán a buen seguro la Virgen del Sol, María Magdalena y San Juan en ese palio de caoba que hoy estrenará los primeros bordados de sus bambalinas.

Algo más tarde, la Ronda se llenará de nazarenos de La Trinidad, siendo el escenario perfecto para una cofradía que tiene un poco de todo. Primero, la alegoría de ese misterio del Decreto que no demasiados llegan a entender pero que cada año gana más adeptos gracias a su manera de andar. Después, la vertiente penitencial se hará presente en el paso del Señor de las Cinco Llagas, donde su Madre de la Concepción llora desconsolada al ver como nosotros que todo parece haberse consumado. Finalmente, disfrutaremos de la devoción mariana a la Virgen de la Esperanza, que vestirá el luto de alegría con el vaivén de sus bambalinas.

Entre tanto, la elegancia y el clasicismo tendrán su epicentro en San Marcos. En ese punto, Sevilla quedará embelesada con la hermandad de Los Servitas, a la que le costaría ganar un ápice más de belleza. Por ejemplo en esa Piedad compuesta por la Virgen de los Dolores y el Señor de la Providencia, entronizados a la perfección en ese canasto de caoba en el que se aúnan a la perfección las funciones de altar y paso. También en la preciosidad de la Virgen de la Soledad, que bajo su palio de cajón de finos bordados no sabrá si quedarse con la alegría de verse de nuevo en la calle o la desazón que provoca saber que esto ya se acaba.

Precisamente esa sensación de que el final ha llegado se hará presente con mayor fuerza que en ningún sitio allá por Alfonso XII. Desde ese punto procesionará El Santo Entierro, corporación que, pese a todo, nos recordará antes que nada que la Cruz derrotó a la Muerte, tal y como refleja la alegoría de su primer paso. No obstante, la urna del Señor Yacente nos devolverá de nuevo a esa melancolía que nos acompaña desde hace días y que ahora vemos que crece por segundos. Quizás sea precisamente esa la razón por la que todos acompañan a la Virgen de Villaviciosa, consciente como todos de que su Hijo volverá a la vida cuando llegue la madrugada en Santa Marina.

Aunque, más allá de que lo sepamos, también vemos que a nuestro programa de mano apenas le quedan páginas por usar y nos sentimos solos. Algo de lo que sabe mejor que nadie la Reina de San Lorenzo, una Virgen de la Soledad que volverá a poner en tela de juicio su advocación con la compañía de toda Sevilla, que en gran medida, consumirá las últimas horas de este Sábado Santo a su lado, esperando a que entre para cumplir con la tradición y tocar la puerta de su templo, soñando con un 29 de marzo de 2015 que vendrá vestido de Domingo de Ramos. Para ello, aún queda un mundo, pero también cinco cofradías más para disfrutar en esta última tarde de pasos antes de que todo pase y la espera vuelva a empezar.